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11/9/11

¡ES HORA DE DESPERTAR!


Queridos amigos, leemos en Lucas 17:26-30 “Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste.”

La manía de establecer fechas (siempre fallidas) para la venida del Señor durante la segunda mitad del Siglo XIX, es contrastada por el general escepticismo que ha ganado a gran parte del Cristianismo a comienzos de este tercer milenio. Como las oscilaciones del péndulo, alejándose del extremo fanático de profetas equivocados o falsos, hoy día resulta atrayente el extremo opuesto promocionado por profetas no menos equivocados o falsos que aquellos. Algo, sin embargo, debemos reconocer entre aquellos equivocados de hace siglo y medio: engañados o convencidos, muchos de ellos amaban de veras al Señor y su venida, aborrecían la maldad de este mundo y aspiraban a la santidad y perfección en el reino de Dios.

Hoy en día, en cambio, muchos como que se cansaron de la larga espera y, tirando la toalla, se acomodan lo mejor que pueden a la situación, refugiándose en antiguos escondrijos que presentan como novedosos.

Muy pocos son los que se están dando cuenta que ése es, precisamente, un indicio de la proximidad del evento que tomará por sorpresa a todos.

Si bien el Señor Jesús advirtió que solamente el Padre conocía el día y la hora de su venida, suficientes pautas nos dejó en sus símiles y parábolas como para que estemos avisados del tiempo de nuestro encuentro con el Señor en el aire.

La porción de Lucas 17:26-30 reúne dos símiles: “Como fue en los días de Noé” y “como sucedió en los días de Lot”.

Así que no estamos tan privados de información. Si conocemos como fueron los tiempos de uno y del otro, tenemos dos fotografías que permiten ver cuanta es la similitud que guardan con nuestra época.

Por supuesto que estas indicaciones que el Señor nos da no se refieren a la primera etapa de su venida por los suyos, en la cual vendrá para llevarlos de este mundo que padecerá una Gran Tribulación, sino de la segunda, cuando regrese con los suyos para juicio y condenación de los malvados y para la inauguración de su Reino Milenial. Pero la cercanía en el tiempo - no más de siete años - alcanza para que la iglesia atenta perciba que el Amado ya viene por ella.

Superpuestas las fotos, de los contemporáneos de Noé y de los vecinos de Lot, casi que tenemos un idéntico panorama. Predominaba lo que llaman los italianos “la dolce vita”. La prosperidad y el éxito les tenían de tal forma atrapados en su corrupción y vicios, que no percibieron el juicio que se cernía sobre ellos. Lamentablemente, la historia de la humanidad enseña que cuando hay muchos que gozan y disfrutan de una buena vida, es porque muchos más están siendo explotados y abusados por aquellos.

Para que el primer mundo disfrute actualmente del beneficio de la tecnología moderna, lo que les permite un alto nivel de vida, los del tercer mundo son expuestos a los grandes desastres naturales provocados por el cambio climático.

Pero la insatisfacción personal en lo íntimo de cada individuo aumenta, las familias son destruidas, las comunidades son vulnerables al pillaje constante de jóvenes delincuentes; abundan adolescentes drogadictos y hasta niños precoces en el crimen y la prostitución. Los políticos caen en el descrédito de los ciudadanos, y éstos recelan tanto de la policía como de los ladrones.

Si a Noé y Lot se les alcanzaran los diarios de un mismo día, de Madrid, Miami, ciudad de México, Bogotá, Buenos Aires y San Pablo, se arrancarían los cabellos de su cabeza totalmente desesperados, porque ellos vieron en sus días cosas similares, pero nunca al grado de lo que está ocurriendo actualmente en nuestras grandes ciudades. Claro, mientras vemos estas cosas cómodamente sentados en el living de nuestra casa, frente a la pantalla del televisor, bebiendo una gaseosa y comiendo palomitas de maíz, parece que la realidad que muestran los noticieros es como una ficción que transcurre muy lejos de nuestro hogar, probablemente en el planeta Plutón.

Tan acostumbrados estamos a presenciar las escenas de catástrofes naturales, atentados terroristas y crímenes espeluznantes, que hemos desarrollado un antivirus que nos mantiene inmunes e insensibles hasta a lo que pueda estar ocurriendo a pocas cuadras de nuestra casa. Mientras un misil no entre por nuestra ventana o una banda de copadores nos invada, disfrutamos de nuestra paz hogareña y aborrecemos de corazón a cuantos nos vengan con premoniciones apocalípticas.

Ahora, lo más trágico no es cuando el mundo incrédulo permanece impasible ante la realidad que se despliega ante sus ojos superando la ficción, sino cuando los mismos cristianos comparten tamaña indiferencia.

Y todavía es más trágico cuando estos mismos cristianos que profesan el Premileniarismo y el Rapto Pretribulacional, y entonan himnos y cánticos que anuncian la inminente y amada venida del Señor, viven y se conducen haciendo abstracción total del momento profético en que se encuentran.

¿No habremos superado en su crudeza los días de Noé y Lot?

Y de ser así, ¿no habrá llegado la hora de despertarnos del sueño?

¡Que Dios les bendiga!

MULTIMEDIA:


Escuche esta reflexión en audio en el siguiente enlace web:

www.llamadaweb.com/mp3/RR222.mp3